Bajo el resplandor de nuestra piel
iluminada por el sol
al aire libre,
la mañana es consumida
sin pensamientos.
El agua con su lápiz de espuma
dibuja los sueños en la arena
en el mismo lugar donde yace el río
cubierto de libertad desde las nubes.
Ahí donde la naturaleza,
se convierte en pureza desvestida
por el viento de mar emancipado
que sin líneas
dibuja tu nombre entre las flores
al mediodía iluminado,
cuando tu caminar, es danza azul
bajo un cielo blanco.
La tarde nos envuelve con sus matices
de fuego y agua
como un velo de seda bajo el sol inmóvil
consumiendo las palabras,
con el agua salada del poeta
que renace ante la naturaleza viva,
ante tu piel ingenua,
cubierta por el deseo de la arena
que sobre tu figura es luna nueva renovada.
Bajo el resplandor de nuestra piel, la luz y el sol
envuelven el mundo, dando vida al río
llenando de agua la nube
para descender sobre la costa
donde el litoral es pulmón y latido
alimentando nuestras ansias
hasta saciar el deseo.