Y se cubrieron sus ojos de olvido
al atardecer de sus sueños
mientras el sol tardío e inquieto
en silencio se despedía.
Que historias evoca el viento
mientras lloran las rosas
allá en el campo santo
donde aún todo agoniza.
La lluvia tan lejos del desierto
como lamento entristecido
no han de florecer jamás
las flores en la eternidad.
En la aridez de sus manos
áspero el destino se desdibuja
entre los abismos se trazan
las líneas de polvo al ocaso.
Y el cielo se guarda distante
como quien busca en secreto
dormir por siempre alejado
del amor que ha olvidado.
Ha de excarcelarse el alma
cuando el perdón los alcance
amantes a destiempo
en la ternura y en la locura.