Escucha cómo el tordo
saluda al sol naciente!,
¡ve cómo el ancho oriente
de argento se vistió!
¡Qué brillos y colores!,
¡qué prodigio de cielo!,
la luz levanta el vuelo,
¡el sol apareció!
¡Qué bello, rosa y claro!,
¡qué resplandores de oro!,
su luz es el tesoro
más grande al que cantar.
Le juran pleitesía
la grama, el viento, el cielo;
tiende argentino velo
la espuma de la mar.
Él aviva del anciano
la ya arrugada frente;
por él más excelente
brilla la juventud.
Todo encanta y entretiene
mi alegre fantasía,
¡salud, radiante día,
radiante sol, salud!