DILUIDO EN TU SANGRE.


Suspendido en la llama 
que me evoca tu recuerdo, 
yo deliro en mis cinco sentidos. 
Te pierdo a ratos, trotando 
entre mundos 
y te rescato como afluente 
que penetra en el río 
y el río se desquita con la mar. 
Tu carne quisiera untada 
en mi propia carne, 
un sonido al unísono, 
un mismo canto en la vida 
y en la muerte. 
Un perfume derramado 
sobre mi locura, 
sobre mis ansias 
sobre mi amargura y mi dicha. 
Yo, te quisiera fundida en mi sangre vertida en pieles y en sangre, 
la sangre que le vierte la vida 
a mi corazón. 
De amor estoy muriendo, 
muriendo en el delicioso sabor 
que tienen tus besos, 
en la sal de tu cuerpo, 
en el paladar de tu alma, 
en la locura de tu ausencia 
en la flor más bella 
que tienen tus ojos 
cuando le dan agua 
azul y cristalina, 
a la boca sedienta
que vaga en mi desierto. 
De luz me estoy segando, 
yo miro tu desnudo, 
y Pompeya renace y 
¡se quema de nuevo! 

SE TRATA DE MIRARNOS


 

se trata de vivir a tu lado, 

de leer en tu mirada la palabra entrega

y contemplar en la piel la frescura del agua, 

las gotas de atrevimiento en tu vientre enigmático

como eco de susurros que te entrega el alma. 

 

Se trata de que mis párpados se abran ante tu figura

y que el contacto de tu mirada revive el latido, 

el misterio de la luz reflejada en tus ojos

cubierta por el roció que emana tu pecho

cuando una breve palabra emite un te amo. 

 

No se trata de estar a tu lado, 

se trata de convertirnos en un solo alma

cuando el rastro de la memoria reanima esperanzas, 

y desnudos los cuerpos se funden al contacto

de nuestros brazos como alas que nos llevan a lo alto

o nos posan en el río para continuar flotando. 

 

Se trata de mirarnos al lado, como cuerpos de vidrio

que olvidan las carnes para reflejar la esencia

del deseo y la entrega en el silencio de un beso, 

del clamor y el anhelo en los cuerpos rendidos

cuando mi sombra te cubre

y tu vientre me atrapa. 

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