DILUIDO EN TU SANGRE.


Suspendido en la llama 
que me evoca tu recuerdo, 
yo deliro en mis cinco sentidos. 
Te pierdo a ratos, trotando 
entre mundos 
y te rescato como afluente 
que penetra en el río 
y el río se desquita con la mar. 
Tu carne quisiera untada 
en mi propia carne, 
un sonido al unísono, 
un mismo canto en la vida 
y en la muerte. 
Un perfume derramado 
sobre mi locura, 
sobre mis ansias 
sobre mi amargura y mi dicha. 
Yo, te quisiera fundida en mi sangre vertida en pieles y en sangre, 
la sangre que le vierte la vida 
a mi corazón. 
De amor estoy muriendo, 
muriendo en el delicioso sabor 
que tienen tus besos, 
en la sal de tu cuerpo, 
en el paladar de tu alma, 
en la locura de tu ausencia 
en la flor más bella 
que tienen tus ojos 
cuando le dan agua 
azul y cristalina, 
a la boca sedienta
que vaga en mi desierto. 
De luz me estoy segando, 
yo miro tu desnudo, 
y Pompeya renace y 
¡se quema de nuevo! 

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