Las caricias y sus maneras de calar tu piel
son a veces roces como suspiros de miel,
otras intensas sacuden la carne, muerden,
penetran, dan placer y dolor.
A ojos cerrados van tentando donde está
el punto que provoca tus derrames gozosos,
tu lluvia oceánica, tus exaltaciones íntimas.
La piel ya es tembloroso sudor exigiendo
la caricia aquella recogiendo las gotas que
generosamente derramadas merecen probarse
en un beso de dos bocas amándose·