y extasiarme en su imagen, para hacerle un poema
que le diga: te extraño, porque aún te deseo.
Bien podría contarle de mis noches las penas
añorando constante sus sonrisas y besos
que tenían la magia que Afrodita les diera
mi quimera expresando, con nostálgicos versos,
le diría en sus rimas, que palpita en mis venas
el ardor que llenaba, de pasión nuestros cuerpos,
con las notas celestes de una cítara griega,
tocaría sonatas que despierten su anhelo,
y la llama encendida de lascivia me ofrezca,
con las sábanas tibias de su mágico lecho,
bebería con ansias, la magnífica esencia
que destilan las copas, de sus mórbidos senos.
Su recuerdo estimula, mis neuronas frenéticas
y despierta el delirio de tenerla de nuevo,
y vivir la locura, tan divina y suprema,
de sentir a mi lado su enervante jadeo.