Por sentirme poeta, del amor arrullado,
por vivir mi existencia sin fatídicas penas,
por gozar los amores, sin que me aten cadenas,
me preguntan si nunca la pasión me ha inspirado.
Por vencer los fracasos, de coraje dotado,
por reírme de engaños, y terribles condenas;
por mirar en mis ojos, mis pupilas serenas,
me preguntan a veces si jamás he llorado.
El amor que en mi nace, con la fuerza del viento,
es amor que destila sentimiento gigante
y que envuelve con flama de pasión voluptuosa.
Mas si acaso la ingrata me causara tormento,
y pagara mi arrullo, con traición denigrante;
al instante la olvido por su acción venenosa.
Y si luego llorosa
el perdón me pidiera melancólica y triste;
la perdono y le digo que mi amor ya no existe.