PARECĂ­A ENCANTADORA LA SOLEDAD.


 
ParecĂ­a una encantadora soledad,

con su inquietante brillantez en la oscuridad,

agitando la intimidad con su silencio,

como plumas gráciles,

guiñando el ojo entre las sombras de la noche,

sorbiendo las aspiraciones,

hedonistamente hablándote al oído,

como susurros en la proximidad,

curioseando el alma.

Habite con ella, sin conocer su nombre,

desparramo sobre mĂ­ sus sutiles sentencias,

me acariciĂł con sus vellos pĂşbicos,

me sumergiĂł en el zumo de la noche,

con sus gestos de virgen,

goteando las felonĂ­as de la vida,

tan mezquinas y perversas,

como la farsa del ser,

sin la aspiraciĂłn de sentir y amar.

Disfruté su inmediatez,

su ligereza de ahogarme en la piel,

entre infinitos marasmos de amores fingidos,

me desvanecĂ­ en sus melodĂ­as de silencios profundos,

acariciando los magros muslos,

que me esclavizaron al engaño,

me condenaron piadosos a la nauseabunda mentira.

ParecĂ­a encantadora la soledad,

hasta que desperté a tu lado,

acariciando tu cuerpo, recostado en tu pecho,

como juego de niños en la mansedumbre perfecta,

apagando las luces con los tulipanes de tus senos,

gozando tu pubis entre el alba y la aurora.

Parecía encantadora la soledad, hasta que probé tu boca.

TIEMPO DE ESTAR.


Tiempo de estar entre tus manos…

En el viento que trae tu aroma

En el cielo azul de tus ojos

En el silencio que inspira.

Tiempo de estar en ti

Entre tus pensamientos

En la eternidad de los sueños

Y en la hermosa realidad.

Tiempo de estar aquĂ­

En el ahora sin limites

Sin la prisa del dĂ­a

En la calma de la noche.

Tiempo de estar presente

En los latidos del corazĂłn

En la ilusiones y en los deseos

En la propia fe.

Tiempo de tener tiempo

Para un abrazo

Para un beso

Para un te quiero.

Tiempo de estar

Entrelazando la vida

Coadyuvando  con el destino

Para estar juntos.

CARACOLAS EN LA ARENA.


parece va la vida muy a prisa.

La vida, que sorprende y que improvisa,

tal vez, quiso ponerme en esta escena…

Jugando con las olas, cual sirena,

lejana una silueta se divisa.

El mar, quizás rendido ante su risa,

regala caracolas en la arena…

Un grupo de gaviotas que volaba,

surcando en la mañana su arrebol,

desciende en el lugar donde ella estaba 

volviendo todo caos, descontrol…

pues ella hacia la orilla se acercaba

cubierta solamente con el sol…

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