con su inquietante brillantez en la oscuridad,
agitando la intimidad con su silencio,
como plumas gráciles,
guiñando el ojo entre las sombras de la noche,
sorbiendo las aspiraciones,
hedonistamente hablándote al oĂdo,
como susurros en la proximidad,
curioseando el alma.
Habite con ella, sin conocer su nombre,
desparramo sobre mĂ sus sutiles sentencias,
me acariciĂł con sus vellos pĂşbicos,
me sumergiĂł en el zumo de la noche,
con sus gestos de virgen,
goteando las felonĂas de la vida,
tan mezquinas y perversas,
como la farsa del ser,
sin la aspiraciĂłn de sentir y amar.
Disfruté su inmediatez,
su ligereza de ahogarme en la piel,
entre infinitos marasmos de amores fingidos,
me desvanecĂ en sus melodĂas de silencios profundos,
acariciando los magros muslos,
que me esclavizaron al engaño,
me condenaron piadosos a la nauseabunda mentira.
ParecĂa encantadora la soledad,
hasta que desperté a tu lado,
acariciando tu cuerpo, recostado en tu pecho,
como juego de niños en la mansedumbre perfecta,
apagando las luces con los tulipanes de tus senos,
gozando tu pubis entre el alba y la aurora.
ParecĂa encantadora la soledad, hasta que probĂ© tu boca.
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