TEMBLOR DE TIERRA.


Muriendo yo, en la templada noche, 
al sonido impávido que las luces me cuentan.. 
al tenor de una tarde. 
Crepúsculo rojo que me habla de ti.
Por ti muero yo, sobre orillas de plata 
y por confines de enerbada cumbre. 
Me acomodo en el extasis sincero 
que acelera mi sentir, 
me apago y me enciendo, 
me enamoro cada día más 
y más hasta doler las vísceras 
y ver nacer laureles en el fondo 
de mi corazón. 
Hambriento de tu carne, dolorido de pasión, te busco cada noche, 
muriendo yo, en las auroras 
ocultas. 
En los temblores que arma la tierra, 
– perpetuo de tu voz –
las promesas que me faltan 
y la hiel que me sobra.
Yo admito el veneno de tus  sorbos, 
la demencia de mi ser y mi sed.
No me separo ni de tus dagas 
ni de tu latitud, vuscandote en el acero que moldea mi piel. 
Muriendo yo, en cada verso, 
en cada flor, en cada beso. 
Muriendo yo en el azul cristalino
por el que también mueren tus ojos.

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