Se refleja en el traslúcido océano de la felicidad
los sueños eternos que brotan del amor que te profeso,
y la barca de la soledad, se pierde
en el bóveda de las memorias,
llevándose consigo el tormento de amores pasados.
Adquiere sentido toda esperanza
al reflejarse mis anhelos íntimos en tu mirada.
Profeso al destino el obsequio otorgado por Dios
en la delicada pasión de tus labios,
en el cálido albergue de tus brazos,
en el perfecto paraíso de tu cuerpo.
En el dulce descanso que me obsequia tu espíritu,
dibujo los parajes celestiales,
que serán guardianes de nuestro eterno amor.