¡Decidme como alcanzarla vida mía!,
si la distancia deja en mí un manto de desolación y penurias,
camino de cienos y espinas va forjando el desespero,
en la intimidad apacible de esta alma enamorada.
¡Decidme oh Dios como olvidarla!,
si la luz divina fulgura en su mirada serena,
y en su voz descansa un vibrar resonante que se engalana con su sonrisa,
al igual que el rubí y la esmeralda.
¡Decidme como alejarla Dios mío!
del imperdonable destino que mis sueños martirizan,
pues su innombrable belleza cual si fuera una diosa
esclaviza a mis ansias en el suplicio de lo venidero, seductor pero incierto.
¡…decidme oh Dios celestial como no adorarla!
y así salvar mi alma de esta idolatría ciega y eterna.
no se olvida, solo se deja de recordar….besos al vacío desde el vacío
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Gracias por tu comentario, no se olvida, es cierto…. se deja de recordar. Un saludo.
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