Sabes que hablo poco
pero conoces perfectamente
la habilidad de mi lengua.
He recorrido a lamidas
los rincones de tu cuerpo
y las líneas de tus manos.
Sabes que te observo toda,
he aprendido de memoria
la curvatura de tus senos,
pero lo que en verdad quiero
es saciar mi sed de ti
en el «cenote» bajo tu ombligo.